A propósito de un título

Un homenaje a la mañana del 18 de octubre de 2018

Al hacer balance de lo ocurrido en las últimas horas me han venido a la mente los siguientes versos de Ezra Pound:

«Nada hay en todo eso,

nada que sea enteramente tuyo

Y, sin embargo, todo eso eres tú».

Hice público el blog en mi cuenta de Twitter y se ha desatado un volumen anormal de tráfico de audiencia en este espacio. Y por qué no decirlo, una cantidad nada desdeñable de elogios. Qué duda cabe que esta acción ha sido el punto de partida de una historia que espero que sea larga. Muchas personas han alabado el título y es, por ello, que creo justo reivindicar los inicios de una travesía que me atrevería a decir que ha sido excesivamente larga. Seguramente, sean mi forma de ser y pensar las que me llevaron a dar con el mencionado título. Una extraña forma de pensar que ve en ello un triunfo; porque es raro asociar lo lento a la victoria. Pero se trata de una especie de hazaña personal. Y en los últimos tiempos no es que abunden las gestas en mi trayectoria personal, lo que también explica esta rareza de expresar públicamente con palabras cualquier tipo de emoción íntima que exclusivamente puede achacarse a esta euforia que aun dura. Sin embargo, se tratará de una excepción, ya que se aleja del objetivo que persigo al juntar letras en este sitio web.

Sea como sea, esto había que escribirlo. Juan Luis Panero, inspirado a su vez en Xavier Abril, escribió un célebre poema titulado «Lo que queda después de los violines». Soy consciente de que será esta frase y no los versos de Ezra Pound los que volverán a acompañarme en la travesía de los días.